lunes, 3 de mayo de 2010

Medios en crisis

Pilar apura su café. Son las doce del mediodía en un restaurante cercano a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. El recinto luce abarrotado pero la joven universitaria, absorta, centra su mirada en la cabecera de un periódico gratuito que minutos antes cogió a la salida del metro de Ciudad Universitaria. Escondida en la quinta o cuarta página, una noticia pone negro su futuro: “Crisis en los medios”. Ella, estudiante del quinto curso del segundo ciclo de la licenciatura en Periodismo, olvida momentáneamente su preocupación por los apuntes atrasados de la materia obligatoria “Ética y Deontología de la Información”. Acaba de leer los tres párrafos y pone cara de circunstancia. “¿Hay futuro?”, parece que se pregunta a si misma.



Pilar es parte de la llamada “Generación Cero”: jóvenes de menos de treinta años que están condenados a seguir formándose, a vivir con sus padres y a esperar. Están terminando sus estudios en plena crisis. No tienen oportunidades. De los veintisiete países que forman la Unión Europea, España registra el mayor número de jóvenes desempleados. De octubre a diciembre del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 1.2006.000 menores de la treintena no tienen trabajo. La tasa, en ese rango de edad, es del 22,17 por ciento. Para el segundo trimestre de 2009, esa cifra llegará al 33,2 por ciento. El Indicador Laboral de Comunidades Autónomas afirma que la reactivación económica española no llegará hasta 2011 ó 2012. “Los jóvenes ya acusan el problema de la temporalidad y los bajos sueldos. Pero este año no va a haber puestos de trabajo precarios; es que no va a haber”, asegura un experto al diario El País.


No hay aún respuesta a la pregunta de Pilar. Hay, en cambio, sólo una certeza: cuando ella estaba a punto de culminar sus estudios superiores el mundo experimentó una contracción mundial del crédito interbancario. En seis meses, las empresas dejaron de pagar a sus proveedores. Los proveedores y las empresas dejaron de pagar a sus empleados. Los empleados empezaron a perder sus puestos y, por consecuencia, no hubo creación de puestos.
En los medios de comunicación españoles, esa contracción se está traduciendo en despidos masivos de periodistas. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) difundió recientemente los escalofriantes resultados de su “Observatorio de Empleo”. De junio de 2008 a febrero de 2009 un total de 1.858 profesionales de la comunicación han sido despedidos: 1.705 vieron rescindidos sus contratos y 153 fueron prejubilados. La misma agrupación estima que en los próximos meses, uno de cada cuatro profesionales del periodismo puede ver mermadas sus condiciones laborales por culpa de la crisis.


Para el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Fernando González Urbaneja, la situación por la que atraviesa la profesión en España es de “alarma roja”. Según sus datos, a lo largo de 2009 las condiciones laborales de “extrema precariedad” o los despidos afectarán a, al menos, cinco mil profesionales de la prensa escrita o electrónica. Las anteriores cifras no recogen los Expedientes de Regulación de Empleo (procedimiento que se solicita a la autoridad laboral para suspender o extinguir definitivamente las relaciones laborales entre una empresa y sus empleados) no ejecutados aún, pese a estar firmados o presentados. En total, veintiún empresas (diarios, cadenas regionales de radio y televisión, revistas) se han visto obligadas a cerrar.

Y la situación puede ir a más. En el último Informe Anual de la Profesión Periodística de la APM, el 58 por ciento de 67 directores de diarios españoles (un tercio del total) consultados, consideran que la crisis conllevará despidos en las redacciones. Otro 18 por ciento no se pronuncia y sólo un 24 por ciento descarta que el previsible ajuste de las cuentas afecte a las plantillas de las redacciones. En ese grave contexto, González Urbaneja pidió un esfuerzo a los editores para que "antepongan la defensa del empleo y la experiencia acumulada a la hora de afrontar ajustes"; a los anunciantes, para que "primen en el gasto la calidad profesional sobre la difusión"; al Gobierno, para que persiga la "precariedad abusiva" y, a los sindicatos, para "que antepongan el mantenimiento del empleo a indemnizaciones sustanciosas o a aumentos de salarios".


En la vorágine, los periodistas han empezado a movilizarse. En las últimas semanas, asociaciones locales en Sevilla, Málaga, Oviedo, Barcelona o Madrid han celebrado concentraciones “En defensa de la dignidad del trabajo de los periodistas”. “Dadme un motivo para ser periodista”, rezaba tristemente uno de los cientos de carteles que portaban los inconformes en la capital de España. Para varios de los asistentes a las manifestaciones, la lamentable situación de la profesión no es sólo consecuencia de la crisis económica sino de planes bien estructurados que en los últimos años han venido poniendo en práctica las grandes empresas de comunicación: reducción máxima de costes en los recursos humanos a través de políticas laborales inaceptables. Así, los profesionales han tenido que echarse a la espalda horas de trabajo en exceso, sin contratos o prestaciones exigidas por la ley, a cambio de retribuciones nada acordes a su esfuerzo y categoría. La reducción constante de plantillas en las salas de redacción y producción está acabando con “el buen periodismo basado en la diligente búsqueda de la verdad”, afirma el presidente de la APM.


Además, subrayan los críticos, los dueños de las grandes cabeceras mediáticas españolas han olvidado que en las últimas décadas sus millonarios beneficios experimentaron constantes crecimientos. Ese dinero, lamentan, no tuvo como destino el mejoramiento de las condiciones de su personal. Ahora, con la crisis como telón de fondo y con la reducción drástica de publicidad, optan por la salida más fácil: reducir o despedir personal. La FAPE advierte que de continuar en ese tobogán, en 2009 “se producirá una catástrofe” en el sector.
 
(Texto publicado en octubre de 2009 en la revista Zócalo)

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