martes, 4 de mayo de 2010

Cataluña, adiós a los toros

(Texto a publicado en la edición de enero de la revista Zócalo)

Tarde del 27 de septiembre de 2009. Cerrojazo a la temporada anual de la Monumental de Barcelona. El desconcertante torero José Tomás sale a hombros. Los asistentes al lleno lo ven como el símbolo reivindicativo de la “Fiesta brava” en Cataluña. Acaba la faena, vacío el coso y cerrada la puerta principal, el ambiente sigue impregnado de incertidumbre porque nunca como entonces se tuvo la sensación de que esa sería una fecha histórica que podría marcar el fin del toreo en territorio catalán.

Como en el resto de España, la tauromaquia se instaló en Cataluña con la misma fuerza. El cronista de la ciudad de Barcelona, Luis Permanyer, asegura que la primera corrida tuvo lugar en 1387 bajo el reinado de Joan I en la llamada plaza del Rey. La afición y tradición en Cataluña se asienta en 1834 cuando se inaugura la plaza de El Torín, en el barrio de la Barcelonesa. Entre 1914 y 1923 tiene lugar un hecho único en la historia del toreo español. Tres plazas funcionan a pleno rendimiento: El Torín, Las Arenas (inaugurada en 1900) y la Monumental (1914). Además se celebran festejos en las plazas de Tortosa, Olot, Figueras, Camprodón, Mataró y Tarragona.

Hasta el inicio de la guerra civil, Cataluña vibra con las gestas de los grandes toreros y todas las clases sociales se divierten en sus plazas. Tras la contienda, la fiesta de los toros resurge con fuerza y Barcelona se erige como capital indiscutible del mundo taurino durante los años cuarenta y cincuenta gracias al catalán Pedro Balañá Espinós, posiblemente el empresario taurino más importante de la historia. Se le adjudica el descubrimiento y empuje de Manolete, la máxima figura de la posguerra.

En esos años de gloria parece que Cataluña y la tauromaquia irán siempre de la mano. Pero, entrada ya la década de los ochenta, movimientos antitaurinos rompen con ese romance y comienza la ofensiva que parece culminará la primavera de 2010 cuando en el Parlamento se vote una iniciativa popular para prohibir las corridas de toros de esa comunidad autónoma.

Un aspecto importante para comprender la posible desaparición de las corridas de toros radica en que, a diferencia del resto de España, la tauromaquia caló más como ocio que como un detonante económico o un parte de fundamental de la idiosincrasia catalana. Con el desarrollo económico tras la dictadura de Francisco Franco y el impulso que a Barcelona dieron los Juegos Olímpicos de 1992, el turismo en la ciudad condal se convirtió en fundamental y los toros pasaron de ser un espectáculo exótico a uno censurable por el maltrato a los animales. Una muestra: actualmente sólo existe una escuela taurina, privada, que no recibe subvenciones públicas. Su sede es el campo de fútbol de la localidad de Hospitales de Llobregat.

La ofensiva política contra la “Fiesta brava” es y ha sido impulsada por los partidos nacionalistas e independentistas catalanes. En 1988, el Parlament aprobó y promulgó la Ley de Protección de los Animales que desde entonces prohíbe la celebración de espectáculos taurinos en plazas desmontables y la entrada de menores de catorce años. En 2004, el ayuntamiento de Barcelona se declara “ciudad antitaurina”. El ejemplo cunde en otros municipios y comienzan a cerrar los cosos, a excepción de La Monumental: Tortosa, Olot, Tarragona, Sabadell, Figueras, Manresa, Camprodón, Mataró, Girona, Vic, Cardona, San Feliu de Guíxols y Lloret de Mar.

En 2005, el partido independentista y republicano de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) promueve sin éxito una iniciativa de ley para que se prohíba la muerte del toro. El escritor Carlos Abella destaca que “la radicalidad de los planteamientos de los independentistas” catalanes y por extensión su oposición a los símbolos considerados españolistas, les “ha llevado a centrar parte de su estrategia popular en abolir la fiesta de los toros”.

Y esa estrategia está a punto de concretarse. Los antitaurinos de la “Plataforma Prou!” (¡Basta!) reunieron las 180.000 firmas necesarias para que en el Parlament se considerara una Iniciativa Legislativa popular (ILP) que pide prohibir en Cataluña las corridas de toros. Durante el debate, a favor de la prohibición se pronunció la dirigente de la “Plataforma Prou!”, Anna Mulá, quien destacó que las corridas de toros son una “tortura” y un “maltrato evitable”. Aseguró que la plaza Monumental sólo se llena cuando se presenta el torero José Tomás y que ese público “no es catalán”. Por su parte, el diputado del Partido Socialista de Cataluña (PSC), David Pérez, subrayó que la asistencia o no a una corrida de toros es cuestión de libertad y dijo que defender la fiesta taurina es “tan catalán” como ser amante de los “castellers” (tradición típica de ciertas comarcas catalanas que consiste en levantar torres humanas de varios pisos de altura).

Finalmente y con el voto mayoritario de 67 diputados, el Parlament aceptó que siga debatiéndose y tramitando la ILP. Las enmiendas a la totalidad de la iniciativa promovidas por los diputados socialitas y del Partido Popular (PP) y Ciudadanos (derecha) fueron rechazadas a pesar con 59 votos a favor. Cinco legisladores se abstuvieron y otros cuatro no se presentaron. La propuesta se encuentra para su análisis en la Comisión del Departamento de Medio Ambiente. Allí, los grupos legislativos presentarán expertos a favor y en contra de las corridas de toros. Para la próxima primavera se calcula que será sometida a voto en el pleno donde será rechazada o aprobada. Leonardo Anselmi, uno de los portavoces de la plataforma antitaurina, consideró que mayo de 2010 será erradicada de Cataluña la “Fiesta brava”.

Las reacciones fueron inmediatas. Desde el Gobierno central, la vicepresidenta primera de Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, aseguró que aunque la decisión del Parlament exige respeto, el Ejecutivo no es partidario de prohibir sino de que se pueda “elegir en libertad”. Afirmó que las corridas de toros cuentan con detractores “pero igualmente tienen también un amplio respaldo en la sociedad”. Desde el PP (principal partido de oposición), su líder nacional, Mariano Rajoy, pidió “respeto” para “la historia, la cultura, la tradición española y las libertades de todos los españoles”. Además, y en referencia a los partidos nacionalistas, exigió que “dejen de generar problemas donde no los hay”.

Fuera de los medios

El 18 de diciembre, día de la votación de la iniciativa ciudadana, la sede parlamentaria registraba lleno. Además de reporteros locales, corresponsales de las agencias Associated Press, Reuters y la Agence France Presse; del rotativo británico The Times y la televisión pública francesa France Télévision se acreditaron para transmitir la sesión en directo. Otros trece medios de comunicación internacionales estaban presentes: la delegación en Londres de la cadena de televisión árabe Al-Jazeera, la radio pública de los EEUU (NPR); las televisiones públicas alemana y italiana, ARD y RAI; el canal económico Bloomberg, y los periódicos alemanes Süddutsche Zeitung y Die Welt.

Y es que la iniciativa colocó por unas semanas a las corridas de toros en Cataluña en las primeras páginas de los periódicos y canales de televisión nacionales y europeos. “Esa situación no se había vivido desde hace mucho” explica el portavoz de la “Plataforma Prou!”, Erick Gallego. Asegura que desde hace años los medios de comunicación catalanes han dejado de interesarse por la información que la llamada “Fiesta brava” genera. En esa apreciación coincide Federico Arnas, periodista, conductor desde hace cinco años del programa “Tendido cero” que emite Televisión Española. “Es escasa la cobertura de lo que sucede con las corridas de toros en Cataluña”, dice y afirma que ese tipo de información es “casi, casi clandestina”.

Pero, ambos dan a Zócalo versiones distintas. Gallego atribuye el reducido manejo informativo al hecho de que las corridas de toros en su comunidad es ya una cuestión de minorías. “Según varios informes y encuestas, son apenas un 0,7% los catalanes que acuden a la plaza de toros y eso, claro, se refleja en los medios de comunicación catalanes.” La afición, subraya, “es ya residual y por eso no tiene información ni tampoco hay interés para la publicidad. No hay ya casi nada de la tauromaquia en los medios”. El seguimiento de los toros, resume, “casi se debe de buscar con lupa”.

Desde el otro extremo, Arnas explica que la situación de los toros en Cataluña se debe analizar tomando en cuenta un “contexto político” donde los nacionalistas catalanes quieren acabar con todo lo que consideren “español”. Desde las más diversas trincheras, afirma, se ha estado “trabajando” para lograr ese objetivo. Y en esa estrategia se incluye a los medios de comunicación. “Poco a poco se han ido acotando los espacios y la información taurina en los medios de comunicación catalanes. Eso es parte de una estrategia política, claro está, y yo creo que va en contra de la ética de los propios medios de comunicación”, señala.

El aficionado catalán a los toros, lamenta, tiene que informarse de lo que sucede en la propia plaza Monumental de Barcelona en la prensa, radio y televisión nacionales. Contrario a lo que “afirman otros”, asegura, la demanda de información taurina es amplia y no se le está satisfaciendo. “Si tú, como aficionado catalán quieres saber lo que ha ocurrido en tu `casa´, tienes que irte a los periódicos nacionales”. Y todo esto, apunta, a pesar de que Cataluña es depositaria de una gran tradición de periodismo taurino que vio sus años de gloria cuando en Barcelona tres plazas registraban llenos. “No es posible que todo eso quede en nada, porque incluso se superaba a Madrid y Sevilla”, observa.

Arnas y Gallego vuelven a coincidir: en la radio y televisión públicas catalanas, nunca se han retransmitido corridas de toros. El portavoz de “Prou!” señala que esto responde a la ley que prohíbe que los menores de edad puedan presenciar espectáculos donde un animal es sacrificado. “Los toros han quedado reducidos, digamos, a la intimidad. Por eso no se transmite por la televisión. Para no mostrar en abiertamente, a los menores incluso, el sacrificio de animales”, precisa. En cambio, el periodista taurino lo atribuye a la “ofensiva política” que está cerrando espacios a todo lo que “sea considerado nacional o español. Y eso puede llegar a ser anticonstitucional porque se está restringiendo, de alguna manera, el derecho a informar y ser informado”.

Arnas destaca que la iniciativa para prohibir los toros en Cataluña ha provocado que muchos ciudadanos, sin ser aficionados, participen del lado de los taurinos en defensa del derecho a elegir. Gallego, por su parte, asegura que con la propuesta se está demostrando la diferencia “de pensamiento” de los catalanes con respecto al resto de España. Y esa característica la atribuye a la “proximidad” que su comunidad tiene con Europa.

En el debate sobre la naturaleza de las corridas de toros, la diferencia de opinión es palpable. Arnas asegura que la “Fiesta brava” no es un eufemismo que esconde un simple maltrato de animales. “Eso es una tontería”, afirma y recuerda que sin las corridas el toro de lidia no existiría. Los detractores, subraya, no tienen en cuenta que ese animal “muere en las plazas de toros demostrando sus condiciones” y que por cada uno que es sacrificado, en los corrales tres viven.

Gallego indica que ese debate ya ha sido superado porque se ha demostrado que los toros no desean morir en las plazas. “Como cualquier animal, como nosotros mismos, rehuye del dolor”, explica. Ahora, la discusión es otra. Así, acepta que “no se puede negar la realidad” y esconder que la tauromaquia es parte importante de la tradición y la cultura española. Pero, resume, “no es posible que la ética esté por encima de una tradición que, de alguna manera, justifica un dolor, un maltrato”.

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