lunes, 3 de mayo de 2010

Berlusconi, el poder y la verdad no coinciden

Silvio Berlusconi está inquieto. No encuentra la calma y arremete constantemente contra quienes considera sus “enemigos declarados” desde que en 2008 comenzó su cuarto mandato como presidente del Consejo de Ministros de Italia: los medios de comunicación que escapan de su esfera de poder y los jueces independientes. Pocos días después de sufrir su mayor revés político al ser declarado nulo por el Tribunal Constitucional el llamado “Laudo Alfano” (ley hecha a su medida para garantizarle inmunidad judicial), en un ejercicio de “defensa preventiva” el primer ministro atacó por enésima vez a la prensa nacional y extranjera. Durante un mitin en la fiesta de su partido, el “Pueblo de la Libertad”, en Benevento, el polémico primer ministro se confundió con Italia y con la única encarnación posible de la democracia. Acosado por su vida privada llena de excesos de poder y prostitutas, aseguró que “hay un espíritu anti-italiano” en los “periódicos extranjeros domesticados por cierta prensa italiana, lanzan sólo acusaciones absurdas, ridículas”. Al contrario, dijo, la prensa, nacional o extranjera “debería dar una imagen de Italia bella, fuerte y pura”.

Enseguida puso en práctica la segunda parte de su estrategia, esta vez contra los magistrados que están a punto de sentarle en el banquillo para que aclare su participación en tramas de corrupción cuyos juicios permanecen suspendidos y a la espera de que los delitos prescriban. En su comparecencia después de presidir el Consejo de Ministros celebrado el 11 de octubre, Berlusconi se instaló en el victimismo y aseguró que no dimitirá porque “soy el mejor primer ministro de la historia” italiana. Se dijo, “con mucha distancia”, ser el político más perseguido por la magistratura de todas las épocas de la humanidad”. Ufano, aclaró: “Siempre me han absuelto porque las prescripciones no son condenas”. Para mayor énfasis, ponderó un número de procesos: "He sufrido 102 juicios y 2.500 audiencias". Pero tuvo un “lapsus” cuando aseguró que, “gracias a mi patrimonio, he podido gastar más de doscientos millones de euros en asesores y jueces”. Le corrigió su ministro de Administraciones Públicas, Renato Brunetta: “Asesores y abogados”. Berlusconi enmendó: “Perdón, y abogados”. Sin mucho éxito, trató que esa “confesión” fuera opacada por los resultados económicos logrados en su administración.

Pero, la economía tampoco es un éxito en la gestión de Berlusconi. Los articulistas críticos con el Gobierno se quejan de que conocer los datos reales de la economía italiana es una tarea ardua porque las cifras negativas son maquilladas por las instituciones oficiales. En los primeros ocho meses de 2009 el gasto público de Berlusconi rebasó los 33.000 millones de euros (veinte mil más de lo previsto), pero de ese dinero sólo 3.700 millones tuvieron como destino medidas contra la recesión. La concentración de las decisiones económicas en una sola persona tampoco le permite un margen de maniobra. Para finales de 2009, el Producto Interno Bruto retrocederá un cinco por ciento, el déficit público crecerá un 5,3 y la deuda pública un 115,1 por ciento, la tercera más alta del mundo. La respuesta ha sido no tocar los impuestos y aprobar un polémico “escudo fiscal”, calificado como una amnistía para evasores de impuestos y mafiosos. Por fin, esas personas podrán traer a Italia su dinero depositado en paraísos fiscales.

Acoso sistemático


Ese es el panorama de un país que vivió semanas caóticas y preocupantes que concluyeron con una noticia bastante sorprendente: Berlusconi es un ciudadano normal y corriente que no está por encima de la ley. El poder del Il Cavaliere, político y empresarial, se asienta en el sector de la comunicación. En Italia, las tres cadenas públicas se reparten entre los partidos principales. La lottizzazione supone que un canal lo controla el titular del Poder Ejecutivo; otro, la oposición; y el último, el tercer partido más votado. En realidad, Berlusconi domina a su antojo los contenidos e informativos de RAI-1 y RAI-2, mientras sus adjuntos maniobran para situar a un director afín al frente de RAI-3, aprovechando que el opositor Partido Democrático está enfrascado en la división interna previa al Congreso Nacional. Pero eso no es todo. Berlusconi -a quien la revista Forbes ubica en 2009 como la persona más rica de Italia con una fortuna de 6.500 millones de dólares- es propietario del emporio mediático Mediaset. Ese grupo tiene canales de televisión privada, revistas, periódicos, productoras de información por internet, productoras audiovisuales, agencias de redes temáticas, canales digitales terrestres de televisión, emisoras de radio, agencias de publicidad, academias de formación y grupos de beneficencia. Además, ha logrado fusionarse o adquirir acciones en empresas mediáticas y del sector de las telecomunicaciones de España, Francia, Reino Unido, Alemania y de la propia Italia.

La mayor parte de lo que se publica o se emite en Italia pasa por los censores de Berlusconi que descartan, suspenden o agregan textos, datos, invitados, tertulias o documentales incómodos para Il Cavaliere. A todo aquello que se le escapa, la maquinaria del primer ministro actúa inmediatamente en su contra. El acoso y la intimidación es parte de la vida diaria de las redacciones que mantienen una línea crítica. Y el precio es alto. Por ejemplo, al comienzo del presente otoño Berlusconi se lanzó contra el director del diario de los obispos, el Avvenire, Dino Boffo, quien dimitió después de que una nota anónima publicada en el diario de la familia del jefe del Estado, Il Giornale, le acusara de homosexual.


Y es que no es fácil ejercer el periodismo crítico en Italia. De acuerdo con una lista elaborada por la organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras, la Italia de Berlusconi figura en el puesto cuarenta de acoso a periodistas. Ese lugar, para la agencia estadounidense “Freedom House”, le corresponde al país europeo con menor libertad de prensa. Su comportamiento bien le puede valer para ingresar en un corto plazo en la lista de “Predadores de la información”, que elabora RSF. Acompañaría al presidente iraní Mahmuod Ahmadineyad y al dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema. De hecho, dos de sus amigos ya están en ella: el libio Muamar Gadafi y el ruso Vladimir Putin.

Un acoso sistemático está recibiendo el personal de los diarios La Reppublica y L´Únita. Al segundo, el primer ministro le acusa de incurrir en un delito por publicar dos ediciones completas con información y análisis que no fueron de su agrado. Le exige tres millones de indemnización y cárcel para varios de sus columnistas. El primer rotativo, por su parte, anunciaba en su primera página que fue demandado el 24 de agosto por Berlusconi. “Por primera vez en la historia de Italia –se lamentaba-, las preguntas que hace un diario serán objeto de examen de un tribunal”. Y es que desde mayo pasado, el diario diez preguntas incómodas sobre la controvertida vida privada del mandatario. La serie comenzó cuando su esposa, Verónica Lario, anunció públicamente que pedía el divorcio -tras diecisiete años de matrimonio- por sentirse utilizada e insultada como mujer después de que su marido incluyó en las listas para las últimas elecciones al Parlamento Europeo a velinas (edecanes de televisión), modelos y estrellas de sus canales de televisión que sólo destacan por su atractivo físico. Lario también insinúo que Il Cavaliere frecuentaba menores de edad tras conocerse que estuvo como invitado en el cumpleaños número dieciocho de Noemí Letizia, napolitana aspirante a modelo. La chica -que le llama “papi”- y treinta velinas más pasaron la última fiesta de año nuevo en la residencia oficial de Villa Certosa.

Los excesos y la vida privada de Berlusconi vieron la luz inmediatamente: descripciones de festines en mansiones propiedad del Estado y encuentros con prostitutas de lujo. Patrizia D'Addario, una de esas escorts, ha narrado con lujo de detalles ante cámaras de televisión y grabadoras, las fiestas que al “sultán” –como le llama al primer ministro- le organizaba el empresario Giampaolo Tarantini. El palacio de Grazioli, la residencia romana del mandatario, fue el escenario de varios de esos agasajos. El semanario L’Expresso llegó a publicar en su página web fragmentos de audio de picantes y jocosas conversaciones entre D´Addario y Il Cavaliere tras las juergas. Niccoló Ghedini, el abogado de Berlusconi, amenazó al semanario con tomar medidas legales.


Interés público


Pero, el escándalo siguió. A principios de junio, el diario español El País publicó en su web una serie de fotografías tomadas por Antonello Zappadu, de 51 años, reportero gráfico que entre 2007 y enero de 2009 captó con su lente imágenes de Villa Certosa, la espléndida mansión que Berlusconi tiene en Cerdeña. El reportaje expone cómo es el ambiente en la residencia, con quién se relaciona y cómo vive sus ratos de ocio el mandatario. Algunas muestran claramente al primer ministro con jóvenes. Otras captan momentos en que las invitadas toman el sol en topless junto a la piscina, e incluso se puede observar en una de ellas a un hombre desnudo que se dispone a recoger una toalla del suelo. Salvo el rostro de Berlusconi, todos los invitados fueron pixelados por Zapaddu con el fin de preservar la privacidad.

El equipo judicial de Berluisconi denunció al fotógrafo ante el Defensor de la Privacidad y ante la Fiscalía por violación de la intimidad e intento de estafa. Zappadu pretendió vender el material por 1,5 millones de euros a la revista Panorama, publicación vinculada a una de las empresas editoriales del primer ministro. Entonces, la Fiscalía de Roma secuestró el archivo fotográfico (más de cinco mil imágenes) -incluidas las tomadas en lugares de acceso público como el aeropuerto de Olbia- y prohibió su reproducción en Italia. Según contó el diario italiano Corriere della Sera, El País se hizo en Bogotá con el material a través de la empresa colombiana “Ecoprensa”, propiedad de Zappadu y de varios colegas. El hecho de que las fotos fueran comercializadas fuera de territorio italiano puso a salvo al autor de cualquier acción de la justicia italiana. Además, la compra-venta, de la que no se ha informado el monto, tuvo lugar antes de la decisión de la Fiscalía de abrir una investigación judicial contra el primer ministro por el uso de aviones y helicópteros del Estado para transportar cada fin de semana a sus residencias a amigos, artistas, bailarinas y velinas.

El acierto periodístico de El País tuvo eco en los más importantes medios de comunicación del mundo. El reportaje fotográfico fue acompañado de textos en inglés, italiano y español. En su editorial, "Berlusconi al desnudo", el diario señaló que "la publicación de las fotografías de sus fiestas privadas no obedece a ningún intento de enjuiciar su moral como ciudadano, sino al propósito de demostrar que él, como primer ministro, está intentando convertir el espacio de la política democrática en una simple prolongación de sus relaciones de amistad y de sus entretenimientos". Más de doscientos medios digitales extranjeros (liderados por los de Italia y Holanda) enlazaron a la información gráfica.

Primero, Berlusconi reaccionó con indiferencia asegurando que las fotos eran “inocentes”. Después, con furia advirtió que se trataba de una “invasión a su privacidad”. Su equipo de abogados anunció demandas contra medios de comunicación de España (El País), Reino Unido (The Guardian y The Times) y Francia (Le Figaro y Nouvel Observateur). Sobre el periódico español, el abogado Niccoló Ghedini argumentó que El País es un medio de comunicación que edita fuera de territorio italiano, pero a través de su edición online cualquier persona de Italia puede acceder a él. El abogado dijo: "Fueron secuestradas (las fotografías) en Italia porque se las considera fruto de un comportamiento antijurídico. Es evidente que no pueden ser adquiridas en ninguna parte del mundo. Los que las compren, en cualquier parte del mundo, cometen un delito, cosa que deberían saber bien los periodistas de El País".

Juan Cruz, que ocupa el cargo de adjunto a la dirección del diario declaró que el periódico había actuado en “el interés del público” y afirmó que “no tenía conocimiento” de una denuncia. Fuentes del rotativo dijeron a Zócalo que desconocen si el equipo de abogados de Berlusconi había ya interpuesto la demanda porque el equipo jurídico no ha recibido ninguna notificación.

Lo cierto es que el comportamiento y los escándalos de Berlusconi han cansado ya a la opinión pública y a los profesionales de la comunicación. El tres octubre pasado, la plaza del Popolo de Roma se quedó pequeña para reunir a las más de 300.000 personas, según los organizadores, que se citaron allí para defender la libertad de prensa en Italia. La Federación de Periodistas convocó la protesta contra el Gobierno por preparar una ley que modifica el artículo 21 de la Constitución, donde se garantiza la libertad de prensa. Los asistentes brindaron una gran ovación a la intervención de Roberto Saviano, escritor y periodista. Desde un reverencial silencio, los presentes asintieron cuando dijo que “Lo que está ocurriendo estos días demuestra que verdad y poder no coinciden nunca”.
 
(Texto publicado en la edición de noviembre de la revista Zócalo)

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